Ante la grave situación que atraviesa el departamento de Arauca, hoy con más de 105 asesinatos, un número similar de secuestrados y por lo menos 17 atetados a la infraestructura petrolera, nos pone a pensar en salidas radicales y llegar a la raíz del problema: la explotación de petróleo.
Ante el panorama aterrador de violencia en la región y los ataques cada vez más frecuentes a los oleoductos, a la población y al medio ambiente, se esperaba al menos un pronunciamiento del Gobierno Nacional, cosa que nunca llegó y difícilmente llegará. Sin embargo, no deja de preocupar el silencio de los mandatarios locales, por los atetados en sus territorios y por las afectaciones a sus habitantes, ya que, con estos absurdos ataques a la infraestructura petrolera, se ha derramado crudo, acabando con grandes extensiones de las más productivas tierras del Departamento, así como también la contaminación de las aguas del río Arauca, de donde por lo menos 220 mil habitantes se abastecen del preciado líquido.
Por tal razón se debe pensar en una salida radical. Sin más ni menos, si la raíz del problema es la disputa por la riqueza que produce el petróleo, la salida es muy sencilla, quitarle la chupeta al ELN y la mermelada a los corruptos. Eso significa suspender toda la exploración y exportación de petróleo en Arauca para garantizar la vida de 300 mil habitantes, que hoy están bajo la constante amenaza del ELN y de otros grupos al margen de la ley.
De esta manera se cumpliría uno de los eternos reclamos de las “organizaciones sociales”, frenar la industria petrolera para preservar el medio ambiente y la “riqueza”. Sin embargo, la incoherencia de estas es de tal magnitud, que en otras oportunidades paralizaban al Departamento por las ollas comunitarias, por la maquinaria amarilla, pero esta vez no se pronuncian, ante el desastre ambiental producto de los atentados a los oleoductos por parte del ELN.
Con estas condiciones, más de 2.500 personas que trabajan directamente para las Compañías en Arauca, cambiarían su casco y los beneficios, por un sombrero y una pala. Las organizaciones sociales, pararían de su cómoda posición de eternos reclamantes de todo lo que se les ocurra, a campesinos productores de maracuyá. Mientras que al ELN se le podría asignar la valiosa tarea de guardabosques, ya que, a la demás población, cacaocultores, platanicultores, verdaderos campesinos y ganaderos, no les afectaría para nada porque son quienes sostienen la economía local y están acostumbrados al trabajar.
Bajo estas circunstancias, ya sin recursos de regalías, nos tocaría como en los tiempos de antes, rogar para que acepten el encargo de la Gobernación o de la Alcaldía. Por esta vez, démosle la razón a quienes lo han buscado por años, guardando silencio, extorsionando y chantajeando a la población, saqueando cientos de millones de pesos provenientes de las regalías por intermedios de políticos aliados.
Así las cosas, identificado el problema y la posible solución, hagamos un pacto entre araucanos y por Arauca, ¡a trabajar todos! que se frene la exploración petrolera y que se entreguen las armas. Esa es la salida, cambiamos petróleo por la vida. Por eso acudimos a la sabiduría popular: “muerto el perro, acabada la chanda”.