Luego del anuncio del presidente Gustavo Petro desde China, donde confirmó que Colombia firmará su ingreso a la llamada “Ruta de la Seda”, expertos han empezado a explicar el verdadero alcance de esta decisión.
En entrevista con Caracol Radio, el profesor Hugo Guerrero, titular de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Militar, aclaró que esta estrategia global va mucho más allá de un símbolo diplomático.
¿Qué es la ruta de la Seda?
“Lo que se conoce comúnmente como Ruta de la Seda en realidad se llama oficialmente Iniciativa de la Franja y la Ruta, o Belt and Road Initiative (BRI, por sus siglas en inglés)”, explicó el académico. Según Guerrero, se trata de un ambicioso proyecto económico y geopolítico diseñado por el presidente chino Xi Jinping en 2013, cuyo objetivo es consolidar a China como una potencia global a través de redes de comercio, infraestructura y cooperación con más de 150 países alrededor del mundo.
La iniciativa toma su nombre de la histórica Ruta de la Seda, que durante siglos permitió el intercambio comercial y cultural entre China, Europa y el Medio Oriente. “La BRI es vista por muchos como una reedición moderna de aquel proceso de expansión china. Pero hoy lo hace con inversiones en infraestructura, tecnología, energía y transporte que ya tienen presencia en América Latina”, añadió Guerrero.
Uno de los ejemplos más visibles en Colombia es el metro de Bogotá, en cuya construcción participa activamente capital chino. Según el experto, esto demuestra que el país ya venía avanzando en relaciones con China, aunque no se hubiera formalizado su adhesión al programa global.
Diversificación de aliados
Para Guerrero, el ingreso de Colombia a esta estrategia representa también un cambio en la política exterior del país: una apertura a nuevas alianzas en un mundo multipolar. “Hoy el mundo no es como hace 30 años. Estados Unidos ha perdido influencia en muchas regiones, mientras otras potencias como China, India o Brasil ganan espacio. Y eso para países como Colombia es una oportunidad para diversificar sus alianzas”, afirmó.
El profesor subrayó que esta no es una alianza ideológica. “Prácticamente todos los países de América Latina están montados en este bus, sin importar si sus gobiernos son de izquierda o de derecha. Es una cuestión de realismo político: no depender de un solo socio comercial”, recalcó.
Aunque sectores como la Cámara de Comercio Colombo-Americana han expresado preocupaciones, Guerrero considera que estas reacciones son normales. “La ruta de la seda representa una mayor autonomía para Colombia en sus decisiones económicas. Y eso no siempre será bien recibido por quienes defienden una relación casi exclusiva con Estados Unidos”.
¿Y ahora qué sigue?
El ingreso formal a la Iniciativa de la Franja y la Ruta podría traducirse, según el académico, en nuevas oportunidades de inversión, construcción de infraestructura y cooperación tecnológica. Sin embargo, también dependerá de si esta decisión se convierte en una política de Estado o se ve afectada por los cambios de gobierno.
“Esperamos que esta relación con China se mantenga más allá del presidente Petro. Lo peor que podría pasar es que el siguiente gobierno frene este proceso por motivos ideológicos. No subirse a este tren sería un acto de ceguera política y económica”, concluyó Guerrero.