A diferencia del Tolima o el Huila, en Arauca, las tierras están siendo arrendadas a empresarios para el cultivo de grandes extensiones de arroz, llevándose no solo el arroz, sino el gran flujo de capital.
Nuestras tierras se llenaron de inversionistas y capitales “golondrina”, que encontraron en Arauca mejores condiciones para que su negocio sea rentable, sin dejar un retorno a la región. Según conocedores, se estima que en Arauca existen 40 mil hectáreas sembradas en arroz, las cuales pueden tener un costo en el mercado de 120 mil millones de pesos. Es decir que, en las actuales condiciones, con dos cosechas al año duplica el presupuesto del municipio capital.
¿Quién se queda con esos grandes recursos y dónde están? La respuesta es muy fácil de explicar: quienes ponen la plata. Así las cosas, estos recursos no se están reinvirtiendo en Arauca, sino que salen del departamento. Son pocos los empresarios de la región que tiene esa capacidad, mientras que los finqueros, quedaron vislumbrados con lo poco que reciben por el arriendo de las tierras.
Mientras al cultivador le puede retornar entre 3 o 4 millones de pesos por hectárea cultivada, al dueño de las tierras le ingresan entre 250 a 400 mil pesos por la hectárea que arrendó para el cultivo. Arauca y su gente quedó retrasada en el negocio del arroz. La alcaldía y la gobernación, deben tomar medidas urgentes con el ánimo de capacitar a nuestra gente en el cultivo del arroz y convertirlos en empresarios del campo, de lo contrario nos quedaremos sentados viendo como esta nueva bonanza nos atropella y nos deja mal heridos económicamente.
Sin embargo, las dudas surgen también con los cientos de hectáreas sembradas en plátano, solo en el área del Botalón, en los cuatro primeros meses se habían vendido cerca de 30 mil millones de pesos en este producto. De estos grandes recursos, es muy poco lo que se está invirtiendo en la zona, peor aún, existen dudas sobre la fuente es estos capitales.
El departamento y sus empresarios del campo, no pueden darse el lujo estar pasivos frente a los nuevos desafíos agrícolas y económicos, que hacen que esta zona sea cada vez más atractiva y rentable para invertir. Los araucanos por desconocimiento o barreras culturales, están perdiendo la oportunidad de invertir en el campo, abriéndole paso a los capitales golondrina. Por ahora, solo nos queda, la contaminación de las fuentes hídricas, el cambio brusco en los ecosistemas y sabanas, porque de la plática no quedó… sino el cuento.