Tras acusaciones en contra del Padre Francisco de Roux de haber ocultado y no actuado en un caso de abuso sexual, el expresidente de la Comisión de la Verdad dio las primeras declaraciones a medios sobre este asunto.
Este crimen ocurrió entre los años 1975 y 1979 por el sacerdote Darío Chavarriaga, quien trabajaba en el Colegio San Bartolomé. Fue propiciada violación sexual contra Luis Fernando Llano Narváez y sus hermanas, menores en ese momento. Tan solo hasta el 2014, se presentó una denuncia formal cuando las víctimas tenían más de 50 años de edad.
El Padre Francisco de Roux tuvo conocimiento de esta denuncia, ya que, era el Provincial, la cabeza de la Compañía de Jesús en Colombia para ese entonces. De Roux, según lo que expresó, actuó como el Derecho canónico se lo ordenaba frente a las actuaciones de Chavarriaga: lo halló culpable, adjuntó copias a las autoridades canónicas de Colombia y Roma y lo confinó a una entidad de enfermería de enfermos terminales.
El exprovincial de los Jesuitas califica de “horrendo” el crimen cometido por el sacerdote Darío Chavarriaga contra Luis Fernando Llano Narváez y sus hermanas. Dice que volvería a actuar como hace diez años, pero que presentaría cargos en la Fiscalía.
Hoy este sacerdote presentó un derecho de petición a la Fiscalía con el fin de que se comunique si hay una denuncia en su contra, en dónde se encuentra; y de ser así, presentarse ante las autoridades. Entre otras aclaraciones que dijo es que entiende que las víctimas no se sientan reparadas y que se encuentran en todo su derecho de volver a traer estos abusos a su integridad a la esfera pública.
¿Qué les pasó a las víctimas del sacerdote Darío Chavarriaga?
El viernes pasado, 18 de octubre, se conoció en un panel de la Universidad Javeriana que han pasado años desde que se interpuso la denuncia contra de Francisco de Roux por haber encubierto este acto de abuso sexual.
Según lo que ha relatado Luis Fernando Llano, víctima junto a su hermana, es que el sacerdote que los violó, se ganó la confianza de la familia y en reiteradas ocasiones hubo tactos no consensuados y actos sexuales, en los cuales se sintieron violentados.
Según Llano, la intimidad con el padre Chavarriaga inició cuando él ganó una beca por buen rendimiento en el colegio y, a partir de ahí, empezó a frecuentar espacios comunes de él y sus siete hermanas. Se consolidó en la vida de ellos como una figura de poder. Para las víctimas, estas situaciones fueron el comienzo de, “un chantaje”.
