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Navidades que no volverán

Navidad es la fecha en que la humanidad celebra el nacimiento del Niño Jesús; la Iglesia conmemora la llegada del Mesías, el Hijo de Dios. Navidad es época de fraternidad, reencuentro y unión familiar, en torno al pesebre y al árbol que se ha decorado con tanto esfuerzo. 

Es momento en el que todos ayudan a elaborar las hayacas, a buscar el marrano o las gallinas que se servirán en la cena… Es hacer buñuelos, natilla, arroz con leche y toda clase de postres para compartir con los vecinos. 

Es ir de casa en casa rezando la novena y dramatizando sus personajes; es la espera ansiosa de los niños, del tan anhelado regalo que les ha de traer el Niño Dios por haberse portado bien.

Navidad es tantas cosas bonitas, pero hoy en día navidad es añoranza, es nostalgia por aquellas fechas pasadas en las que realmente se vivía con alegría, fe y devoción, la Natividad del Salvador. 

Las calles de Arauca se adornaban con guirnaldas de papel, las cuales se sujetaban de lado a lado, algunas intercaladas con luces navideñas; en los hogares, grandes y pequeños ayudaban a armar el pesebre; los hombres buscaban una hermosa rama seca que serviría de árbol de navidad, la cual forraban con algodón o pintaban de blanco, para luego colocarle las luces y los adornos. 

Tanto jóvenes como adultos esperaban ansiosos el 16 de diciembre para comenzar junto con la novena, los tradicionales juegos de aguinaldos como: pajita en boca, beso robado, tres pies, dar y no recibir, al si y al no; también se iba de casa en casa con guitarras o cuatros, cantando villancicos a cambio de las delicias culinarias que se preparaban para la fecha. 

No había casa en la que no hubiera natilla, buñuelos, cocadas, masato, chicha, hayacas, gofios, dulce de leche cortada, dulce de papaya… Y para los más grandes: un buen trago de ron o de aguardiente. 

El 24 se celebraba la Misa de Gallo y a las 12:00 en punto se quemaba pólvora; las familias se reunían en las casas maternas para cenar todos juntos o se unían varias para celebrar con una gran fiesta y baile hasta el día siguiente, en el que se armaba «paseo al río» con sancocho incluido. 

De aquellas costumbres no queda mucho; son pocas las familias que mantienen esas tradiciones y esperan la fecha para reunirse todos, e incluso para conocer a los nuevos miembros. Ahora la Navidad pasó de ser una fiesta religiosa a una fiesta comercial, una fiesta en la que priman los adornos, los estrenos y los regalos; ya poco o nada queda en los niños la inocencia del regalo traído por el Niño Dios; ya la Nochebuena marca su éxito no en que se pase al calor de la familia, sino en que se tenga el trago suficiente y la comida necesaria. 

La unión familiar se ha ido perdiendo, se le está dando a los niños el mensaje erróneo de lo que es Navidad, ya que ellos la ven como la fecha en que les compran ropa, zapatos y juguetes, olvidando que Navidad es mucho más que lo material.

Que bueno sería volver a vivir aquellas navidades de antes, pero lastimosamente son navidades que ya no volverán. 

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