EDITORIAL
Presencia de pandillas, microtrafico de drogas, matoneo, vandalismo y robo de elementos fundamentales para el normal desarrollo de las actividades académicas, están azotando algunos colegios públicos del Departamento.
Hace unas semanas a una joven estudiante de bachillerato de un colegio público de Arauca encontró en el piso un llamativo bolígrafo. Su curiosidad la condujo a destaparlo, llevándose la sorpresa que dicho elemento se encontraba relleno de alucinógenos. El propietario del artículo en compañía de otros jóvenes, no solamente le arrebataron el objeto, sino que la intimidaron y amenazaron, si denunciaba estos hechos.
Los jóvenes están expuestos a una nutrida oferta de toda clase drogas en las calles, sin embargo, no deja de sorprender, la presencia de pandillas y bandas organizadas por los propios menores, que trafican e intentan inducir a otros estudiantes al consumo de estas sustancias en los planteles educativos.
Educadores, padres de familia, autoridades se deben unir y fijar estrategias urgentes para buscar erradicar esta grave situación que amenaza como un gigantesco Tsunami a nuestros jóvenes. El asunto es de tal gravedad, que incluso algunos docentes se ven intimidados para denunciar y temen represalias por parte de estos indeseables.
La mala racha en los planteles educativos no para allí, la falta de controles y vigilancia llevaron a denunciar a las directivas del Colegio Normal María Inmaculada, los hechos vandálicos de los cuales son víctimas en la sede del barrio olimpico, donde desadaptados, ingresan al colegio en horas distintas a las académicas, destruyen lo que encuentran a su paso e incluso contaminan los depósitos de agua de la cual se abastece esta comunidad educativa, exponiéndolos a serios problemas de salud.
Al colegio Alejandro Humboldt, de Fortul y otras instituciones educativas del piedemonte, les robaron el cableado e importantes elementos eléctricos, que tienen a estas instituciones en dificultades. Las pérdidas son millonarias, solamente en Fortul, lo sustraído sobrepasa los ochenta millones de pesos. Las autoridades competentes deben esclarecer estos hechos, ya que al igual que las Misiones Medicas, los colegios y escuelas están protegidos por el Derecho Internacional Humanitario. Estos robos, se convierten en un atentado a los niños y jóvenes de Arauca, quienes son los afectados directamente por estos actos, que a su vez dejan al descubierto serias fallas de seguridad, vigilancia y control de estas instituciones.