No son miembros del Servicio Secreto Británico MI6, como los que participaron hace pocos días en la captura del narcotraficante Daniel ‘El Loco’ Barrera en San Cristóbal (Venezuela), pero en sus manos tuvieron una misión casi imposible: sacar del lodo un camión repleto de 6.000 galones de gasolina con destino a Arauca por la estrecha vía del sector de Tres Esquinas, en el corregimiento de San Bernardo de Bata, en Toledo.
No obstante, su ingenio les dio para evitar que el camión rodara por un abismo y causara una tragedia allí, donde una avalancha el 9 de agosto bloqueó por 43 días la única carretera que comunica a Norte de Santander con ese departamento. En aquél sitio se cayó un kilómetro de la banca en Tres Esquinas, situado entre el centro poblado y el Alto.
Un puñado de hombres con sangre motilona casi que hizo un cursillo rápido de enganche entre camiones. Con una guaya unió el automotor de Juan Jaimes Carvajal con el de uno de sus colegas, otro trasportador de combustible, para ser jalado a la fuerza, y ganarle a la bravura de la tierra semiseca, producto de las intensas lluvias.
El doble troque de Juan, de diez llantas, que soportaban el peso de 21 toneladas del carburante, rebelde se resistía a que con una guaya se aplacara el susto del conductor, de los ayudantes, de los soldados que custodian la zona y de los espectadores que, como en el cine, observaban el hecho como si fuera una misión imposible.
Después del quinto intento en el que el camión de adelante jalara al de atrás, la tensión se puso al rojo cuando el carro pesado rodó unos 12 metros, con el conductor en la cabina. Jaimes, quien asegura que en sus 16 años de experiencia no ha separado sus manos de la cabrilla para abandonar la herramienta que le da el pan a su familia, esta vez sí lo pensó, al punto de abrir la puerta y, en medio de la reversa forzosa del camión, tirarse al lodo para no terminar sepultado en el abismo.
Los gritos y chiflidos de la gente lo alertaron aún más y a pesar de que su pierna izquierda hundió el pedal del freno hasta más del fondo, los 10 ejes del camión seguían con destino al precipicio. Pero ese puñado de hombres, como si hubiese recibido capacitación del MI6, se abalanzó sobre la parte trasera, puso pesadas piedras para atascar las llantas y frenar así el peor de los desenlaces en una vía que para los moradores, ha perdido el foco del Gobierno.
“Lo que sentí fue pura adrenalina, porque se me deslizó el camión y casi nos vamos para abajo”, atinó a decir Juan Jaimes Carvajal, luego de que en el octavo intento la fuerza del motor y las diez llantas -además de una que otra oración- hicieron efecto para que el camión no se despeñara.
“Sí, tuve ganas de tirarme del carro, pero por las obligaciones toca medírsele a esta trocha, porque qué más”, expresó asustado el chofer.
No es parte de una película. Es la realidad que se vive por estos días en la carretera La Soberanía, que comunica a los dos departamentos. Circulan vehículos cargados con ganado hacía Cúcuta, Pamplona, Bucaramanga, al igual que plátano, yuca y otros productos alimenticios. Además, facilita el intercambio comercial de Norte de Santander con Arauca.
La opinión.com Juan Carlos Castañeda