Además de las actividades recreativas, deportivas y culturales, el Festival de Verano por segundo año consecutivo se convirtió en la mejor excusa para oxigenar la economía de aquellas familias que dependen de la economía informal.
Durante los tres días de actividad vendedores de comestibles, refrescos y bebidas en general aprovecharon la avalancha de gente para expender sus productos y de paso reivindicar sus ingresos.
Funcionarios de la Administración Municipal y autoridades de Policía permitieron que estas gentes menesterosas dieran rienda suelta a su actividad, indicándoles la forma ordenada como tendrían que realizar su trabajo, permitiendo la libre circulación de las personas y el desarrollo de las actividades programadas. El secretario de Gobierno Henry Colmenares dijo que hubo espacio para todos y que los vendedores atendieron correctamente las instrucciones impartidas por el personal a su cargo.