En medio de la misa exequial de Miguel Uribe Turbay, su esposa María Claudia Tarazona, acompañada de sus hijas María, Emilia e Isabella, y de su pequeño Alejandro, se pronunció y dedicó unas palabras al hombre con el que se casó y conformó una familia.
En este momento de dolor, María Claudia le mostró fortaleza al país, comentó que el amor de su vida le brindó tanto cariño que le alcanzará para el resto de su vida. Además, hizo una reflexión sobre la forma en la que murió, al igual que su madre Diana Turbay.
Igualmente, la esposa de Miguel señaló que él estuvo dos meses en la Fundación Santa Fe luchando por salir adelante y superar ese atentado. “Como solo él lo hubiera podido hacer, como un titán”. Agradeció a los médicos y cirujanos que lo atendieron y que hacían lo posible por estabilizarlo.
Resaltó que estos dos meses de esperanza, en los que su familia y el país esperaban que Miguel dejara el hospital y regresara a su casa, la prepararon para este momento tan difícil, pues en el fondo siempre había una oscura posibilidad de perder a quien ha amado. “La muestra de amor más grande de Miguel hacia mí, es haber resistido a semejante brutalidad, para darme el tiempo necesario de prepararme con Dios y la virgen María en mi corazón para su muerte”.
Comentó que la vida de Miguel fue un milagro, pues logró reunir una serie de habilidades y cualidades que “pocas veces se ven en una persona”.
Tarazona destacó que el exsenador fue un soñador y buscaba en su día a día la manera de que sus hijos no pasarán lo mismo que él, perder a un ser querido por la violencia.
Para la madre de los hijos de Miguel Uribe Turbay, él era una persona que los llenaba de felicidad, compartía su amor y llenaba su hogar de luz. Pero también les enseñaba y daba lo mejor de sí.
Por otra parte, le envió un mensaje a sus amigos y seres queridos, les agradeció por acompañarla a ella y a su familia en este episodio de frustración.
También reconoció que su esposo era una persona con convicción y que deseaba un país sin violencia, en donde lo que ocurrió con su madre, Diana Turbay, no volviera a suceder. “Miguel tenía el corazón más generoso, generoso para amar y para perdonar. En el, nunca existió ni odio, ni rencor, ni venganza. Por el contrario, un corazón lleno de amor por su familia y por Colombia, país que amo y por el que dio su vida.”