A raíz del avance en el proceso de negociación con el grupo guerrillero de las Farc, surgen preguntas e inquietudes para las personas y regiones azotadas por los horrores de la guerra, que aún no están del todo claras, pese al significativo logro de La Habana.
En Arauca no podemos llamarnos a engaños al decir que es el último día de la guerra, esto significaría desconocer de plano al ELN, que tiene su accionar en esta zona del país desde hace más de 50 años, que paraliza el departamento por el tiempo que quieran. Que atentan contra la infraestructura petrolera, amenazan, extorsionan y secuestran como quedó demostrado con el caso de la periodista Salud Hernández.
Hablar de paz significa más que una dejación de armas, significa hablar de otras realidades sociales. Significa equidad, justicia, respeto, tolerancia y reconocimiento por el otro. Cómo hablar de paz cuando un grupo de ciudadanos con iguales derechos que los demás se toman las vías de hecho para violentar los nuestros ordenando cierre del comercio y restricción de la movilidad en el departamento.
Hablar de paz, implica verdad, reparación y perdón. En Arauca no se ha hecho lo suficiente para que las víctimas de la guerra sean reparadas integralmente, se debe pasar con urgencia de los titulares a la realidad.
Imponerle a una región, pueblo o vereda espacios reservados para hombres armados, sin siquiera consultarles a sus habitantes es exactamente todo lo contrario a la idea de paz que queremos. Claro que sí, anhelamos la paz, pero una paz que involucre a todos, respete los derechos de los demás, que esté lejos de la maquinaria y presiones políticas, una paz donde se escuche al otro sin descalificarlo o estigmatizarlo, una paz que dignifique a los campesinos y población vulnerable, y donde la vida y el derecho a vivir esté por encima de todo.
Es claro el concepto de una “paz imperfecta” es decir, siempre habrá algo más por hacer para garantizar los derechos de los ciudadanos. En este sentido, se debe tener presente que es un camino duro por recorrer, que difícilmente se podrá llegar a este objetivo si no logramos acabar con la corrupción, la injusticia y la inequidad en Colombia. Porque la paz es una sola, no una paz de los débiles y otra la de los fuertes y con armas.