Este acto cobarde y cruel, fue un duro golpe al corazón de los arauquiteños, de los araucanos y de los colombianos en general, porque María Moreno representaba a la mujer campesina y luchadora colombiana.
No es para menos; madre de cinco hijos a quienes crio prácticamente sola, porque desde hace más de 10 años su esposo murió. Todos los días, sin falta muy a las 7:00 de la mañana llegaba en su moto a la finca, su único patrimonio. Trabajaba de sol a sol, esos que se reflejaban en su rancho, que a pesar de la humildad, todo estaba allí… bien dispuesto, limpio y en orden.
Dividía su tiempo entre el agite de la finca y la labor social. Desde hace más de una década era la presidente de la Junta de Acción Comunal de la Vereda Caño Rico, de Arauquita; ubicada a unos 5 kilómetros de El Troncal. Se llega allí a través de una carretera destapada, que irrumpe en medio de cultivos de cacao y de plátano, donde el verde cubre hasta el cielo, porque sus árboles son inmensos y sus pastos, extensos.
Caño Rico, está de luto, pero sabemos también que Arauquita entera está indignada, por la brutalidad de su muerte; sea cual sea el móvil del crimen, los autores deben pagar por sus actos. Arauca no puede permitir, que la delincuencia cobarde nos arrebate nuestra gente.
María del Carmen Moreno, será recodada por ser una mujer trabajadora, campesina, líder social, pero sobre todo, por ser una persona generosa y buena. Así la recuerdan quienes la conocieron. Hoy, cuando se menciona su nombre en la vereda, se encharcan los ojos hasta del hombre más fuerte; se quiebran las voces, y se siente el dolor por lo sucedido.
El cuerpo fue encontrado a 2 kilómetros de la finca de su propiedad, en una mata de monte, enterrada con prisa. Los pobladores de la región se unieron y desde el sábado 28 de mayo iniciaron la búsqueda de doña María, pero desafortunadamente la muerte se les adelantó. Pudimos conocer en la vereda, que tres hombres se la habían llevado y que el mismo viernes los sujetos salieron del área.
En Caño Rico nadie habla sobre las causas del asesinato por temor; mucho menos de quiénes fueron los responsables de este crimen… y ni pensar sobre la suerte de los malhechores. Lo único que se escucha es el llanto de una vereda, una región llanera que sufre la partida de una mujer trabajadora.