La transformación en la cobertura de los bosques, provocada especialmente por la tala indiscriminada de árboles, incrementa la temperatura de estos ecosistemas, lo que afecta su diversidad y la de anfibios y reptiles como ranas, lagartijas y serpientes.
La cobertura de los bosques es la formación de ramas y hojas en la parte más alta de los árboles, un “techo natural” que se conoce como dosel y que hace las veces de sombrilla que protege el interior de estos ecosistemas de los rayos del sol.
El biólogo Andrés Felipe Aponte Gutiérrez, magíster en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y docente de la UNAL Sede Orinoquia, menciona que “acciones como la tala de los árboles más altos del bosque incrementan la temperatura ambiental, pues este se va quedando sin su sombrilla”.
“La tala provoca un proceso conocido como ‘efecto de borde’. Aunque con el tiempo estos espacios se regeneran, ya no vuelven a crecer árboles altos sino arbustos, cuyas coberturas no son suficientes para aislar el interior de bosque de los rayos ultravioleta, y por tanto las temperaturas cambian”.
“Los anfibios y reptiles dependen de la temperatura para sobrevivir: si esta es muy fría estarán inactivos, y si es muy caliente y sobrepasa lo que pueden tolerar, van a perder funcionalidad e incluso pueden morir”, explica el profesor.
Por ejemplo, en las zonas bajas las ranas de la lluvia tienen un promedio de tolerancia entre 24 y 26 °C, mientras que en las zonas altas el rango está entre 15 y 16 °C.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) asegura que los anfibios son un grupo altamente presente en el planeta. La destrucción y alteración de su hábitat, lo mismo que la contaminación, las enfermedades, las especies invasoras e incluso el cambio climático son algunas de las amenazas que enfrentan estos animales, en los que encontramos ranas, sapos y salamandras, entre otros.
Los reptiles también enfrentan una amenaza latente; un estudio publicado en la revista Nature expone que el 20 % de sus especies están en peligro de extinción: “estas son el eslabón intermedio de la cadena trófica, controlan poblaciones como insectos o roedores, o son la comida de otras especies” explica el docente Aponte.
Su estudio se centró en Villavicencio, ya que la ciudad presenta diferentes altitudes en poca área, algo que facilitó la logística y la comparación de los distintos ambientes en las zonas altas, medias y bajas.
“Villavicencio tiene unas coberturas boscosas muy grandes que están conectadas con otras zonas fragmentadas, lo que nos permitió evidenciar cuál es el efecto causado en estas ranas por las coberturas que han sido transformadas de bosques a potreros”, explica el magíster.
Especies muy sensibles al calor extremo
Los efectos de borde y de la cobertura del dosel fueron las variables evaluadas por el profesor Aponte, junto a tres investigadores, quienes se dirigieron hasta el bosque de la vereda La Cuncia.
Se estudió la distribución de especies de anfibios y reptiles en dos paisajes boscosos fragmentados; luego, con pruebas de laboratorio determinaron la tolerancia térmica máxima, y por último midieron la variación térmica del paisaje mediante registros de datos.
Para medir los niveles de tolerancia térmica se tomó una muestra 347 individuos de 25 especies de ranas, lagartijas y serpientes, y se estableció una distancia de 250 m alrededor de las ubicaciones de los anfibios y reptiles individuales desde el borde el paisaje.
“Se controló la temperatura cada hora durante casi dos meses para constatar los cambios a lo largo del día y cómo se afecta el régimen de lluvia”, indica el docente.
La investigación, pionera en el tema, encontró que a mayor ruptura del dosel hay un aumento de la temperatura y una disminución en las especies.
“Las especies demostraron ser muy sensibles a los cambios drásticos de temperatura. Lo que supone este hallazgo es que en este tipo de ecosistemas habitarán especies más tolerantes al calor extremo, lo que llevaría a una reducción de la biodiversidad”.