En el marco de la Campaña “Arauca con Inteligencia Vial” el Instituto de Tránsito y Transporte, ha recordado a los padres de familia sobre la responsabilidad que tienen de evitar que jóvenes sigan saliendo a las calles detrás de un volante, sin reunir los requisitos para hacerlo, convirtiéndose en uno de los más comunes factores de riesgo que incentivan la accidentalidad.
Está demostrado según el reporte de Tránsito que en la mayoría de accidentes resulta involucrado un menor de edad casi siempre sin licencia, sin documentos, sin SOAT, sin Revisión Técnico mecánica y para completar incluso tras haber ingerido licor, lo que obliga a la entidad a endurecer las medidas para contra restar lo que se ha convertido en un dolor de cabeza, invitando a los padres a asumir responsablemente que el juego de prestar una moto o dar permisos sin control, se puede convertir en una situación de luto y de dolor.
– Es fundamental que padres o personas responsables de los menores de edad, recuerden que a un niño o niña de menos de 16 años no se le expide licencia de conducción y por consiguiente no pueden estos jóvenes manejar, y que está prohibida la circulación de personas sin la documentación correspondiente, en atención al pretexto malsano, incoherente e irresponsable según el cual, un niño desde temprana edad Madura y crece cuando está detrás de un volante ,- señala el responsable del ente a cargo de la materia Freddy Serrano Díaz.
Las estadísticas locales y regionales demuestran que la Imprudencia, desobedecer las señales, adelantar en sitios prohibidos, la falta de precaución, no dormir bien antes de manejar y el consumo de alcohol, representan las mayores causas de accidentes, frente a las cuales mucho se puede hacer siempre que nuestra sociedad establezca como relevante el cumplimiento de la ley creada para disminuir los factores de riesgo.
Concluye el reporte que está verificado que con tan solo dos cervezas o copas de licor, las posibilidades de accidente aumentan en un 245 por ciento y que no existe la más mínima probabilidad de que una persona conduzca mejor en estado de embriaguez, o que un niño o niña se hagan más adultos cuando aprenden a conducir de la mano de un familiar inexperto y que no está en capacidad de certificar lo que la norma califica como una preparación y destreza.