Es una comunidad religiosa fundada el 28 de noviembre de 1887, en Piacenza – Italia, por el Beato Juan Bautista Scalabrini, que tomó como patrono de dicha comunidad a San Carlos Borromeo, de allí el nombre que hoy ostentan.
Su carisma en la Iglesia Católica es el servicio y la asistencia apostólica y espiritual de los migrantes, refugiados y desplazados, en más de 30 países, en los cinco continentes.
Esta comunidad en Colombia tiene presencia en las ciudades de Bogotá, Cúcuta e Ipiales y debido a la situación que vive actualmente el país frente a la inmigración de ciudadanos venezolanos, ha generado un movimiento masivo, no siendo indiferentes ante este fenómeno y desplazándose a sectores del país en donde es mucho más marcado la presencia de migrantes, como es el caso de nuestro departamento de Arauca.
Son ocho los misioneros que hasta el 1 de julio estarán cumpliendo labor pastoral en el municipio de Arauca; siete jóvenes seminaristas de Teología, provenientes de los países de Indonesia, México, Perú, Vietnam y Brasil, junto al Rector del Seminario el Padre Edison Osorio de nacionalidad colombiana.
La labor específica que adelantarán estos jóvenes durante su estadía, será la de llevar una voz de aliento y un apoyo moral y físico en la medida de las posibilidades a aquellas personas que por una u otra razón han abandonado su país buscando un mejor futuro y que hoy en día están viviendo un tormento al verse como extraños en otra tierra, sufriendo incluso el rechazo y la xenofobia de algunos de nosotros.
Ya han visitado a quienes actualmente habitan el asentamiento humano de El Refugio, este sector aledaño al Puente Internacional José Antonio Páez donde se concentra tal vez el mayor número de ciudadanos venezolanos, esperando poder llegar a otros sectores, con la ayuda de los diferentes párrocos y sacerdotes del municipio capital.
En diálogo con el periodismo de Noticias Caracol de La Voz del Cinaruco, el Padre Edison Osorio manifestó con relación a los hermanos venezolanos, que “ellos son víctima de una situación… nadie quiere estar en la situación en que ellos están, nadie quiere vivir en estado de indigencia… es lo más denigrante, lo más humillante. Ese dolor los hace sufrir, y después el desprecio nuestro, aumenta ese dolor”.
Y es que también expresó el clérigo que esa actitud de rechazo es comprensible, ya que no estamos preparados para este tipo de fenómenos, pues nunca en Colombia se había vivido este tipo de experiencia; sin embargo el llamado es a tener presente las palabras de Jesús: “Yo era extranjero y tú me acogiste” y que cada uno identifique el rostro de Cristo en esos migrantes.