Arauca siempre ha sido una región olvidada, únicamente sobresale a nivel nacional por los barriles de petróleo y por la abundante información de violencia que se produce a diario. Por lo demás no figura en el ámbito nacional para nada.
Pueden paralizar el departamento las organizaciones sociales, se pueden robar la salud, el dinero para la alimentación escolar y cientos de millones que se han desparecido por culpa de la corrupción y Arauca no figuró en ningún titular a nivel nacional. Sencillamente al país no le interesa lo que pasa en esta tierra, porque desde hace siglos se tiene una visión centralista, donde las regiones valen muy poco. ¡Valemos huevo!
Para el caso de Arauca, su importancia radica únicamente en una cifra: el número de barriles que se producen diariamente. Al país no le importa cuánto dinero se robaron, si el hospital funciona o no, si los niños aguantan hambre o no, menos cuántos fueron los damnificados por el invierno, o si las basuras se tomaron a Arauca, o si en la región entera la economía esta resquebrajada. No, eso no interesa, es sólo la cifra de producción de petróleo y los dividendos que estos le dejan a la nación.
Sin embargo, gran parte de la culpa es nuestra. Elegir a ineptos e irresponsables para que nos representen en el Congreso de la Republica ha contribuido a la invisibilidad de Arauca, salvo por los escándalos, excesos o payasadas a que acuden algunos para hacerse notar.
Aquí también debemos culpar a la prensa, a la mala prensa, por la manipulación y ocultamiento sistemático que durante décadas hicieron algunos “connotados” comunicadores de la región. Su papel fue fundamental en maquillar la verdad, en presentar Arauca como una región donde todo estaba bien, con el único propósito de buscar favores políticos o económicos. Hoy las cosas han cambiado un poco gracias a la democratización de los medios y a las redes sociales, sin embargo es muy difícil que un medio nacional publique una denuncia de un hecho de corrupción o una denuncia pública de Arauca. Sencillamente no les importa.
Seguir pensando en que desde el orden nacional nos van a solucionar los problemas locales es una falacia. Debemos tener conciencia que los problemas de la casa se solucionan en la casa y para eso hay que estar preparados. Hay que elegir a personas que les duela esta tierra, que sean profesionales íntegros, que tengan la firme intención de trabajar y no de privilegiar su bolsillo o los de sus familiares.
